viernes, 13 de diciembre de 2013

Y a ti, a ti gracias.

Gracias por estar ahí cuando te necesité. Gracias por regalarme todas esas sonrisas y esos 'te quiero'. Gracias por calmarme cuando lo único que podía hacer era llorar. Gracias por ser tan comprensivo y gracias por ser siempre tan bueno conmigo. Gracias por abrazarme cuando menos me lo esperaba, gracias por recordarme que no ser perfecto es mejor que serlo. Gracias por dejarme ayudarte y por confiar en mi. Gracias por reirte incluso cuando mis chistes no tenían gracia. Gracias por hacer que me sintiera especial. Gracias por ser tan genial y gracias por elegirme a mi. Siempre te lo voy a agradecer todo, así que, gracias.

Lo siento.

Lo siento si te decpcioné alguna vez, si te fallé. Lo siento si alguna vez he hecho que lloraras hasta dormirte, o simplemente has llorado por mi. Lo siento si te esperabas más de mi, y lo siento si me has conocido alguna vez.

Sí, lo siento si me has conocido. Siento causar problemas todo el tiempo, siento ser tan pesimista, siento que te frustres cuando estás conmigo. Siento ser tan insoportable y horrible. Siento molestaros a todos con mi presencia, lo siento.

Siento que estorbo, que no encajo en ningún sitio, y que nadie me entiende. ¿En quién se puede confiar? Y la cosa es que, nunca le cuento nada a nadie porque pensarán que me hago la víctima, que soy una pesimista, o que estoy deprimida. ¿Y si lo estoy?

¿Y si necesito ayuda? Porque la necesito. Necesito a alguien quien vaya a estar ahí siempre, por y para mi. Necesito amor, necesito cariño, necesito hechos. Volver a ser feliz, porque realmente, es patético ser tan joven y tan triste a la vez. Debería estar riéndome por cualquier cosa y llorando por tonterías, pero esa época ya pasó.

Ya no soy esa chica, la que solía ser feliz.


viernes, 6 de diciembre de 2013

Qué bonita la vida, te da todo de golpe y luego te lo quita.

Enamorarse. Reírse hasta que te duela. Una ducha caliente. Nadie delante de tí en el supermercado. Una mirada. Recibir correo. Dar una vuelta en coche. Escuchar como llueve. Una llamada. La playa. Reírse de uno mismo. Las llamadas a media noche que duran horas. Los amigos. Un helado. Los viajes en coche con los colegas. Tener un sueño bonito. La ilusión. Ganar un desafío. Coger de la mano a alguien que quieres. Oír las risas de tus amigos. Encontrarte por la calle con un viejo conocido y descubrir que algunas cosas (buenas o malas) no cambian nunca. Ver amanecer. Hacer un regalo. Que te besen. Despertarte y ver que aún te quedan horas para dormir. Escuchar de manera casual a alguien que dice algo bonito sobre ti. Superarse.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿Que qué me pasa?

Me pasa que estoy triste. Me pasa que tengo frío todo el tiempo y que estoy extremadamente cansada. Me pasa que cuento cada caloría que como. También me pasa que los pocos sueños que tengo son pesadillas. Me pasa que el más mínimo ruido me molesta. Me pasa absolutamente todo y a la vez no me pasa nada.

Y sobre todo, sobre todo me pasas tú. Me pasa que pasas de mi. Ya no te acuerdas de lo bonito que era lo que teníamos antes, ¿verdad? Qué tonta soy, cómo te vas a acordar. Pasa que has cambiado, y pasa que eres un desconocido con recuerdos en común. Eres un capullo, así, sin adornos. Pasa que dejé de confiar en ti hace mucho tiempo y tampoco te diste ni cuenta. Pasa que me estás destrozando desde dentro y no puedo hacer nada para impedirlo.

Supongo que tampoco te acuerdas de aquel día que me dijiste 'te quiero para siempre a mi lado', porque, ¿dónde estás? Seguramente contándole tus mierdas (esas mismas mierdas que una vez me dijiste a mi) a otra más guapa y más simpática. Y es que te conozco, te conozco como tú no te conoces. Conozco cada mirada, cada sonrisa y cada palabra tuya, porque durante más de dos años he estado cada día ahí, por y para ti ayudándote con todas y cada una de tus mierdas. ¿Y qué estoy recibiendo ahora? Dime.

Así que ten por seguro que cuando yo sea feliz y cuando tú estés hecho pedazos pensando en por qué me dejaste ir, entonces, sólo entonces, yo estaré ahí. ¿Y sabes para qué? Para recordarte todas las malditas veces que yo necesité a alguien y lo único que me escuchaba era un bolígrafo y un papel. Pero escucha, cariño, cuando estés apunto de ahogarte en ese mismo nido de mierda en el que tú solito te has metido, te sacaré de ahí. Pero no, no me lo agradezcas, después de todo, sólo hice lo correcto.