miércoles, 12 de marzo de 2014

Las cosas cambian, ya sabes.

Yo solía ser tuya, y tú solías ser mío. Pero poco a poco tú fuiste dejando de ser mío, aunque yo seguía  atrapada en esos abrazos cálidosy esos besos de buenos días. Esos que ya no sólo eran míos, que empezaron a ser de ella. Entonces tú fuiste de ella, y yo seguía siendo tuya. Irónico, ¿verdad? Mis lágrimas eran tuyas, y las tuyas suyas. ¿Cómo te pude querer tanto como para dejar que me utilizaras? Te lloré, lloré para tenerte, pero nunca te tuve de nuevo. Seguía atrapada en ti, hasta que un día conseguí deshacerme de tus brazos, de tus besos, y fue ahí cuando te diste cuenta de que me habías perdido. Ni tú eras mío, ni yo tuya. Ella se deshizo de ti y te diste cuenta de que debiste apreciarme, o apreciarla. Debiste escoger, pero oh, querido cabrón, era más fácil jugar a dos bandas ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario